jueves, 15 de enero de 2015

VENÍTE


Veníte que te extraño.
Que al mundo con los polvos contados
Venimos. Que unos tiempos apurados
Las pasiones de antaño, tantos ciegos recuerdos
No nos han perdonado.
Vení antes que olvidado hayan mis dedos lerdos
Los besos donde pierdo
Mis viejos caminos de placeres
Donde el corazón cuerdo
No extraña jamás la mujer que tú eres.
Mientras, los pobres cerdos, faltos de amaneceres,
Con envidia nos miran desde lejos.
Porque en nuestro pecho nunca muere
Este amor de pendejos
Que habita alma de viejos,

Veníte que te extraño.

martes, 6 de enero de 2015

UN CARACOL SIN HUESOS


Feo y fútil: cuello magro y cabello enmarañado, y una mancha de tinta: la baba de un caracol. Sin embargo alguna criatura lo había amado, llevándolo en brazos y en el corazón. Sino hubiera sido por ella la raza del mundo lo hubiera aplastado con el pie: un caracol sin huesos aplastado.”

James Joyce. Ulisses




 Así soy, corre la baba del caracol sobre el papel, se corre, se pega, no sirve y yo tampoco sirvo. Somos dos manchas sobre el suelo. Yo y mi baba. Y ella que me recoge y me lleva en sus brazos. Mordedura ancestral.
Qué piedad habré despertado. Qué inescrutable razón la mueve. Me arrastro por su cuello, su espalda, su rostro. La ensucio con lo que escribo. Ella igual vuelve siempre a mí. Tengo miedo a cansarla, a darle asco, tengo miedo de que un día me aplaste.
Pero ella vuelve constante.
Suave sirena su blusa y su palidez de su canto. No sabrá jamás cuánto tuvo que acercarse al suelo para llevarme hacia ella. Entona su canto epidérmico. Su piel seca se llena de baba. Su música es poesía, Venus del mar, amor de caracol.
Si no fuera por tu canto ya estaría aplastado. Me envuelvo y envuelvo sobre mí mismo. Me enrollo para buscarte la vuelta. Para saber cómo puedo hacer para amarte como me amás. Cuidarte como si fueras frágil. Tenerte en mis brazos como me tenés vos. Y me enrosco pensando.

A veces es mejor ser aplastado, pero prefiero dejar mi rastro sobre tu mano. Si dejo una plateada marca te mancharé lo suficiente como para poder andar sin cuidado. Sé que si te escribo la piel tendré finalmente la fuerza para aplastarme.

sábado, 3 de enero de 2015

LA LUNA Y LOS ROSTROS


Los días han borrado los nombres
De los rostros que hicieron mi historia.
Han sido pocos hombres guardando mi memoria
Los que me rescatan de la muerte:
Momentos amigos que perduran
Y transitan mi suerte. Los velorios apuran
La tristeza de la soledad,
Abrazo tuyo y de luna llena.
Reposad, anidad en mí, paciencia de arena.
Desde los espejos de la nada
Me miro en una luna de ausencia,
Se pierde mi mirada por nubes de su herencia.
Y vos estás tan lejos que da asco,
Y yo estoy tan triste que da miedo
Y a veces yo no nazco, y a veces retrocedo.
Mis días son siempre menguantes
Y vos que siempre hablás en creciente
A mis sueños errantes. Desde tu rostro ausente
Se pierden tus palabras escritas
Y también tus virtuales caricias.
Desde lejos suscitas tu fragor de delicias
Al ver la luna con bellos ojos.
Hoy son dos paraísos prohibidos

A todos mis despojos en la luna perdidos.

viernes, 2 de enero de 2015

IRSE CON HUMOR


Sonreía la vida
Y una broma fue el día de tu fuga.
Por tu llama caída
Se arrastraba una oruga
Y se ocultaba miserable en cada arruga.

Y la vida es un chiste
Que Dios nos hace a todos y cada uno.
De nada sirvió, ¿viste?
Los libros y el ayuno,
Las palabras con las que no te acuno.

Debe ser buen humor
No saber vivir ni morirse a horario,
Una broma de amor
De este mudo canario

En tu cuerpo, el llanto carcelario.

jueves, 1 de enero de 2015

EL DEL TIRO EN LA CABEZA



Soy yo, señor comisario. No, no, espere. No se apure. No le tema a este frío, a este viento, sólo soy yo, soy el del tiro en la cabeza. No huya de mí, me cuesta seguirlo sin mis piernas.

Deténgase, eso es. Necesito hablar con usted. Tengo tantas preguntas. No sé lo que pasó. No lo recuerdo. No sé quién fui antes de aquel dolor en la cabeza primero, en la espalda después, en el alma desde entonces. ¡Compréndame!, necesito saber. Me duele no saber.

¿Quién era yo? ¿Fui un buen tipo? ¿Quiénes fueron mis amigos? ¿Y esa rubia que me fue a ver...? Dígame quién carajo fui.

Yo me imagino trabajando en una oficina o de traductor de ruso. Me gustaría haber tenido una biblioteca y una pipa y en la biblioteca libros y muchos portarretratos pequeños con la imagen helada de las personas que me querían, los lugares, los momentos, esas cosas que ahora no tengo, y en un portarretratos grande la cara de la rubia mirándome eterna. Ella, junto a los libros, por encima de las caras y los lugares y los tiempos.

Pero señor comisario, no tiemble. No diga esa palabra. Fantasma. Suena demasiado importante, digamos que soy sólo el del tiro en la cabeza. Cómo dice que me llamaba... Ah, está bien. Nunca lo hubiera pensado. No es un feo nombre. Y usted, ¿cómo se llama? ¿No le importa si le sigo llamando simplemente señor comisario? Es usted muy amable. Necesitaba hablar con alguien.

Sí, la rubia, pero le dio un ataque y gritó y lloró y se tiró de los pelos hasta arrancarse sangre de los ojos. Sufrió mucho, no quiero lastimarla con mi imagen. ¿Sabe que me parece que la quiero? Pero no sé todavía quién es. Yo sólo sé que soy el del tiro en la cabeza.

¿Qué dice? ¿Que fui escritor? Eso sí que es bueno, qué vergüenza. ¡Por todos los cielos, en vez de trabajar como la gente! Pero, entonces sí tenía una biblioteca, eso está bien. Ah, era un mal escritor. Bueno, esa es su opinión y usted no ha leído todos mis libros. Ah, escribí uno solo. Pero ese libro, sépalo usted, es mi vida. No recuerdo de qué se trataba. Ah, eso es horrible, realmente no puedo haber escrito algo tan cursi,¡por Dios! Tiene razón, el tiro en la cabeza debo habérmelo pegado yo por escribir tan mal.



¿Que no? ¿Que no fue suicidio? ¿Entonces?¡Pero, es cierto! ¡Había una carta en mi bolsillo! Ah, de la rubia... ¿Advertirme de qué? ¿Que me cuidara de quién? ¿Y entonces ella estaba saliendo también con ese tipo? ¡Pero ella salía antes conmigo! Bonita, si me parece estar viéndola, tan pálida, llorando, sufriendo por verme. Se debe sentir algo culpable... Si yo le explicara. No, tiene razón, mejor así, irse y se acabó. Pero la voy a extrañar, sonriéndome desde el portarretratos. Quisiera llorar, usted ve, pero no tengo lágrimas.

¿Y usted sabe quién fue el tipo? No se ponga así, que parece que de repente se le ha venido el alma al piso. Está bien, fúmese otro cigarrillo, pero contésteme. No, deje que suene el teléfono. Dígame quién fue. Necesito saberlo. Es como saber quién fui. Sí, tiene razón. Quizás sea mejor dejar todo como un suicidio, por ella, como dice usted, para que no sufra más. Quizás todavía pueda ser feliz con ese tipo. Bué, lo dejo. Atienda el teléfono que puede ser importante. Si llega a ser ella dígale que la amo. Que la amé. Que no sé qué fue de la foto de ella. Yo ya me voy y lo dejo. A propósito, ¿de quién es esa foto que tiene sobre su escritorio?


Ah, ya entiendo, conteste el teléfono y tranquilícese, que ella no sospeche, yo ya me iba.