lunes, 16 de enero de 2017

Tercer mío




Mío, mío, mío:
el lento comercio de la voluntad sonríe sin prisa
conforma cualquier intriga,
satisface cualquier oído
su palabra calculada, pesada para el cliente preciso.
Y no llega a comprar vaya a saber qué interés.
Y ella sonríe, satisfecha
hasta que llegue otro momento
(Época de saldos terminada).
La palabra ya no tiene valor de cambio
y pesa solo su propio peso
una nada de aire iracundo
un aire insatisfecho siempre.
La intransferible caricia infértil de tus labios no llega al placer.
Ya está muerto tu pasado, y con él, todo el futuro:
no habrá oído de terciopelo sin puño cerrado
y los cráneos pelados y áridos
ya no escuchan
ya no pueden con tus mentiras
mías, mías, mías.

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