Te
llevan y traen
piernas
de metal.
La
runa incomprensible
inscripta
en tu frente
te
piensa,
lo
hace por vos
y
habla en tu lugar una boca
que
no es la tuya
y
te insulta eh vos hasta cuándo.
Unos
ojos, los otros
que
te miran
te
restituyen.
Ojos
metálicos
llenos
de rabia,
llenos
de odio.
Un
rencor ajeno
brilla
en el espejo,
en
las palabras que decís
para
calmar la mirada.
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