Veníte que te extraño.
Que al mundo con los polvos contados
Venimos. Que unos tiempos apurados
Las pasiones de antaño, tantos ciegos
recuerdos
No nos han perdonado.
Vení antes que olvidado hayan mis
dedos lerdos
Los besos donde pierdo
Mis viejos caminos de placeres
Donde el corazón cuerdo
No extraña jamás la mujer que tú
eres.
Mientras, los pobres cerdos, faltos
de amaneceres,
Con envidia nos miran desde lejos.
Porque en nuestro pecho nunca muere
Este amor de pendejos
Que habita alma de viejos,
Veníte que te extraño.
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