En esta
nervadura se atora la savia
forma un
forúnculo de horror la vida
se llenan de
tardes y de acequias
los rumores
finales de las rimas.
Quince
palomitas tristes
son quince
palomas mías.
Allá gorjean
solemnes
la lenta
inmunidad de su vida.
Allá en la
lejanía que regala la ventana
gritan el
terror de su cosmogonía.
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