Tal
vez en otro siglo
ella
hubiera sido hermosa
pero
ahora los hombres la perdían
como
a su sombrero o a un capuchón.
Tal
vez en otro siglo
haya
sido hembra de peso y medida
en
1800 o 1700,
qué
sé yo.
Interrumpía
las conversaciones
como
si pudiera
y
hablaba con el ruidoso taconear espeso
de
un carburador roto
y
por dos siglos le dolía el tiempo,
cortitos,
pero siglos,
interrumpidos
apenas
por
dos fechas de calendario.
No
modernizó su culo,
decían
las vecinas
y
los hombres la indiferenciaban honestamente
con
esa hostilidad que da la falta de deseo
o
una mastitis, pero no es el caso.
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