Así
piensa en su jornada
la
flor de cactus.
Digo
lo que tengo que decir
y
después muero
el
amor es el ruido del abejorro
y
la distancia
la
piel es espina
excepto
durante esta fecunda hazaña
la
tierra es caliente
el
viento un bochorno
el
cielo avaro en agua
las
piedras tienen alma
y
alma tienen las montañas
a
la cordillera sólo puede verla
quien
nace
quien
muere
a
diez centímetros de su talla.
Soy
la flor del cactus
amiga
del cardo y la pitaña
presa
de primaveras grises
pincelada
de gota selva
florecida
por el gusto de la suerte
donde
nadie pisa
donde
nadie pasa
donde
tan pronto se vive
y
la vida tan pronto se escapa
el
atardecer me trae esta pena
que
marchita en un día
lo
que en un año se guarda.
Y
a veces el bruto zonda
arranca
a pétalos esperanzas
las
vuela al pie del puma
que
acecha horizontes
que
sólo tal vez el cóndor alcanza.
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